Es cierto. Los pueblos, Los Países, los Estados, deben ser autónomos y libres, deben ser ellos mismos quienes encuentren sus propios caminos hacia la construcción de sus economías, su vida política, su vida civil y el bienestar y libertades de sus ciudadanos. Es cada pueblo quien tiene a su vez el sagrado deber de honrarse a sí mismo, teniendo gobiernos dignos, que puedan llevar a cabo la tarea del bienestar de sus ciudadanos. Ahora bien, ¿esa autonomía está justificada por encima de todas las cosas?, ¿Está justificada por encima del propio bienestar y los derechos de cada uno de los ciudadanos? ¿Hasta donde en nombre de la autonomía se justifica la acción desmedida? Y la intervención de un Tercero, ¿esta justificada en algún caso?, ¿En qué caso está bien o no lo está?
La diatriba y la discusión parece que nunca acaban, y los puntos de vista se encuentran y desencuentran justificando una visión política en ocasiones, en otra un factor económico. Lo cierto es que a pesar del debate, el derecho a la vida y al bienestar ciudadano, el derecho a pensar por sí mismo, a decidir lo que se quiere para sí, el derecho a escoger y a disentir, el derecho a ser, no pueden ser avasallados por ningún gobierno escudado bajo el nombre de pueblo soberano y autónomo. La reflexión del día de hoy es simple.. Las personas son quienes conforman los pueblos.. sin personas capaces de ser y pensar por sí mismas, el término autonomía de los pueblos no es mas que un engaño infeliz..
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